Monday 26 February 2007

NI SUEÑO, NI PESADILLA, REALIDAD MANCHADA DE SANGRE

Me declaro de entrada un admirador del Che Guevara. Admirador del Ernesto de ideas claras que encarno muchos de nuestros sueños de adolescentes. Sin embargo, este texto dista de ser un texto proguerrillero.

En los últimos meses he intentado ir a las fuentes de muchas de las ideas que rondan el planeta y se vuelven un conocimiento casi popular, con el objetivo de entender un poco los seres que las encarnaron. Hay que leer el Mein Kampf para criticar las atrocidades del régimen nazi desde las ideas o leer a Mao para entender el universo de la China moderna. O leer a Fidel y al Che para entender un poco del imaginario detrás de la revolución Cubana que muchos juzgarán atroz y fracasada y otros deslumbrante, mágica y victoriosa. No tengo argumentos para juzgar la revolución como hecho, por eso me abstengo de opinar.

De todas maneras, leyendo y releyendo, cumpliendo la tarea centenaria del latinoamericano viviendo fuera del continente, di con la bibliografía de Ernesto Guevara, di con el hombre detrás de la camiseta y el afiche. Y me di a la tarea de explorarlo. Abría los libros con recelo, casi con miedo, el miedo claro hacia las frases que matan y hacen matar, el pánico aprendido de los libros que en nuestra tierra son prohibidos tácitamente, con un guiño de ojo.

Entre ellos se encontraba el celebre y poco popular “Guerra de guerrillas”. Lo abrí y comí de la manzana prohibida. Deglutiendo, masticando las palabras de este personaje de nuestra historia común, encontré la contradicción entre aquellos que en nuestro país dicen inspirarse en este pensador y la fuente misma. Comprendí que no existe una antitesis más palpable de los sueños de Ernesto el Che Guevara que nuestra propia guerrilla y que Colombia es un Universo que este pobre hombre nunca se imagino y que de haber visto le hubiera roto el alma. Nuestro país es una de esas singularidades que los físicos no pueden explicar, un Universo de guerra que Guevara no predijo ni en la peor de sus pesadillas.

Una de las nociones que me impacto fue que un Gobierno elegido, ya sea ilegítimo o no, contradice el inicio de la guerra, debido a que esta es solo una consecuencia del agotamiento de las herramientas cívicas de lucha. Para citar otra curiosidad de Guevara, él creía que esta guerra inicial es solo el paso inicial de debilitamiento al régimen para poder cambiar el orden imperante. Nuevo orden que obedecerá a los designios del pueblo y que repartirá justamente la tierra.

La guerrilla de Guevara era una guerrilla invencible, un ángel protector del pueblo, una que aunque con poca capacidad de fuego, se apoyaba en el descontento de la gente y la simpatía despertada gracias al respeto de TODOS, ricos y pobres. Una revolución donde se pagaba aunque fuera con bonos las ayudas recibidas, una donde los ataques eran solo permisibles ante enemigos frontales.

Nuestra realidad no sólo dista del sueño de Guevara, sino que además es un remedo prosaico y triste de estos ejércitos imaginarios. Con decenios de lucha, nuestra guerrilla paquidérmica y demagógica ha demostrado repetitivamente que puede atacar indiscriminadamente, que no respeta la población civil. Que a diferencia del ideal revolucionario, no paga por lo que se lleva sino que roba, saquea y genera descontento. Se apoya en la población más vulnerable no para generar simpatía sino para asestar golpes militares mediocres, obtusos y faltos de objetivo.

Nuestra guerrilla perdió el timón, o nunca lo tuvo, y vagando a la deriva se mancho las manos de sangre, coca y dólares, tantos que nos alcanzarían las piernas amputadas por minas antipersonales para contarlos. Y en esta carrera ciega y tonta no sólo pisotearon y negaron los ideales que juran defender sino que legitimaron instrumentos represores, nuevos males, y un estado fuerte y totalitario, que aunque a muchos nos duela en el alma, tiene un gran apoyo popular. Popularidad basada en la presencia y acciones de nuestros revolucionarios "guerrilleros".

Gracias a la irracionalidad de la lucha armada Colombia es un país vacunado, inmunizado en contra del fervor popular, en contra de la lucha de los más vulnerables. Un país donde el ideal de igualdad se asocia inmediatamente con sangre, drogas, atropellos y secuestros. Un país donde hablar de repartición de tierra o igualdad de oportunidades es un crimen. Esta, la más larga de las guerras de antirevolución no sólo deja viudas, huérfanos, selvas arrasadas, desconfianza dolor y muerte, deja algo aun peor para aquellos que creen en la igualdad y en la lucha de los más pobres. Deja desilusión, las manos vacías para reclamar lo que por derecho cualquier Colombiano debería tener.

Esta lucha tonta y sin sentido, aplaude los ejércitos de muerte, y los atropellos del estado. Esta pesadilla de las noches de Santa Clara dejo a Colombia anestesiada e inmunizada por lo menos por algunos años en contra de los ideales que versan sobre un país justo, rico y generoso para con TODOS.

Un país igualitario no tiene nada que ver con armas. Un país para todos es simplemente un sueño bonito que dederíamos compartir. Como convencernos de eso? No lo sé.

1 comment:

Cerebro said...

Las actuaciones de los revolucionarios sirvieron de justificación para una reacciòn mucho más perversa.
Es como una reacción en cadena, en cada etapa se detona con mas sevicia.